(367 palabras) Todos escuchamos sobre la expresión "generación perdida" que apareció en Estados Unidos en la década de 1920. En Rusia hubo un fenómeno similar en el siglo XIX. Había personas que tenían prosperidad, que no necesitaban nada y que no tenían metas en la vida. Dedicaban su tiempo al entretenimiento, sin encontrar el punto y constantemente aburridos. Este fenómeno se llama "blues ruso" y ha sido descrito por muchos escritores famosos. El trabajo clásico en esta dirección es El héroe de nuestro tiempo de Mikhail Yurievich Lermontov.
El nombre irónico sugiere que el protagonista no es una personalidad sobresaliente, por el contrario, es un representante típico de su tiempo. Grigory Aleksandrovich Pechorin es educado e inteligente, pero al mismo tiempo siente que está perdiendo el tiempo. El héroe está constantemente buscándose a sí mismo, se deja llevar rápidamente por algo y se enfría rápidamente. Gregory es infeliz, como si sintiera un cierto poder superior del destino que lo controla. Esto se confirma vívidamente en el capítulo final de The Fatalist, donde el tema principal de la historia se convierte en la predeterminación del destino humano.
Pechorin entiende a las personas muy sutilmente. Lo usa para sus propios fines, para entretenimiento y manipulación. Pero, al final, sufre de esto. El lector ve que el héroe es capaz de experimentar el verdadero amor. Pero cuando Gregory se da cuenta de esto, se hace demasiado tarde. En aguas minerales, conoce a Vera, una chica que ha estado enamorada de él durante mucho tiempo y también ha sufrido moralmente debido a esto. Ella conoce a Pechorin desde hace mucho tiempo y ve a través de él. En el fondo, ella le da una última oportunidad para ser feliz. Pero, en ese momento cuando el héroe comprende que Vera es la única mujer con la que podría pasar su vida, ella se va.
El momento en que Gregory se pone en marcha en busca del transporte de su amada, se convierte en un hito para la figura del héroe. El se rinde. Teme que, habiendo alcanzado a Vera, seguirá siendo infeliz y, por lo tanto, destruirá su destino.
A pesar de que el personaje principal les parece a quienes destruyen vidas humanas, sigue siendo atractivo para el lector. En Pechorin, como si vivieran dos personas. Uno comete actos egoístas, y el otro lo condena por esto. Gregory está tratando de comprenderse a sí mismo, dándose cuenta de su doble naturaleza y sintiendo una enorme soledad entre la multitud. Pero al mismo tiempo, el héroe no puede cambiar, y en estos vicios culpa a la sociedad más que a sí mismo.